El chef del Nou Cavall Verd, en La Vall de Laguar ha cocinado junto a su equipo 400 raciones solidarias con la ayuda de decenas de vecinos que han donado lo que tenían
«El lunes, después de acabar el servicio, estábamos todo el equipo sentados, descansando, mientras nos caía encima una lluvia de cenizas. Y fue allí mismo cuando decidimos que teníamos que hacer algo para ayudar a quienes estaban trabajando para apagar el incendio» de la Vall d'Ebo». No cabía la posibilidad de quedarse de brazos cruzados. Evarist Miralles es un joven cocinero de Pego que después de dar la vuelta al mundo cocinando, de dedicarse exclusivamente a la formación de cocineros en el CdT, decidió hace seis años volver a su casa, y montó un restaurante, El Nou Cavall Verd, en La Vall de Laguar, un municipio de menos de un millar de habitantes que mira desde lo alto a la sierra de Bérnia y al Montgó, que tiene a sus espaldas el Barranc de l'Infern y la Vall d'Ebo.
Pero, ¿qué podían hacer ellos? «No íbamos a apagar el fuego, pero sí podíamos cocinar y 'parar taula'; eso sí sabemos hacerlo». Cerraron el restaurante, abrieron la cámara y se pusieron delante de los fogones, pero lo que no esperaban es recibir una ola de apoyo y solidaridad como la que les llegó. «Mujeres del pueblo nos han traído botes de conserva de tomate guardados para el invierno, algunos proveedores y supermercados nos han traído gratis muchísima comida, incluso ha habido gente necesitada que ha venido con un paquete de macarrones, que eso era lo que nos podía dar».
¿Macarrones? Pues a cocinar macarrones para los bomberos, los brigadas, los evacuados, el puesto de mando autorizado, la Cruz Roja… O garbanzos, o menestra de verdura. Evarist Miralles ha cambiado esta semana su menú de alta cocina (le han llegado a llamar el Santi Santamaría de Valencia) por platos preparados con lo que tenían. «No sé ni las raciones que habremos hecho, quizás unas cuatrocientas en cada comida», explica Evarist, agotado después de una de las semanas más duras de su vida, en la que sin embargo ha recibido un tsunami de agradecimientos por parte de gente que lo estaba dando todo para salvar los paisajes que tan bien conoce el chef, por los que ha transitado desde pequeño. «Yo soy de aquí, y aquí quise volver». Aun sabiendo que quizás podría tener mayor reconocimiento y posibilidades en una gran capital.
Les Valls, como se le conoce a la zona afectada por el incendio, es el lugar donde ha querido instalarse con su familia. «Mi hija, mi mujer, el equipo, todos han ayudado, porque esta es nuestra casa». Ha contado con el apoyo logístico y económico de World Central Kitchen, la oenegé del cocinero José Andrés que ya ha estado en otros momentos difíciles, como la pandemia. También Kiko Moya, chef de L'Escaleta, ubicado en Cocentaina, ha colaborado, y preparó una cena con bocadillos para los servicios de emergencia.
Evarist Miralles es optimista. Cree que ahora toca levantarse, que los paisajes se recuperen -«que lo harán»-, y que ésta es una oportunidad para poner el foco en el interior, el que ha estado abandonado durante tanto tiempo, y por el que él ha apostado de forma decidida.
Evarist Miralles cierra su restaurante para poner los fogones al servicio de los bomberos - Las Provincias
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