¿Creerán que nosotros, los viejos, ya no comemos, ya no vestimos, ya no compramos nada ni necesitamos nada? El costo de vida es reconocido en los salarios mínimos pagados por las empresas privadas año tras año, y ni que decir de los empleados públicos. Las pensiones de lujo y demás regímenes que cobijan a los privilegiados de este país sí aumentan. Qué envidia.
Cartas a la columna: Cocinero en el limbo laboral - La Nación Costa Rica
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